lunes, 23 de septiembre de 2013

Son hechos, no palabras

Cuando estudias cualquier tema o consideras cualquier filosofía, pregúntate sólo: "¿Cuáles son los hechos? ¿Y cuál es la verdad que confirman los hechos?" Nunca te permitas desviarte, o bien por aquello que deseas creer o bien por aquello que crees que podría tener efectos sociales beneficiosos en caso de ser creído. Mira única y solamente a cuáles son los hechos.



  ¿Acaso no vivimos en una sociedad “patriarcal”?... Bueno, a menudo, cuando se presentan evidencias de un sesgo discriminatorio contra las mujeres y las chicas suele eludirse una parte importante de la historia. La historia de los prejuicios promasculinos de los padres y madres chinos que prefieren tener hijos varones elude que los chicos chinos son responsables legales de sus padres y están obligados a hacerse cargo de ellos cuando son viejos, a diferencia de las hijas. La historia de la mutilación sexual femenina, o ablación, terrible como lo es, elude que la mutilación sexual masculina, o circuncisión, es una práctica todavía más extendida y que se cobra todavía más víctimas inocentes en el mundo. La historia del “techo de cristal” que las mujeres no pueden sobrepasar en sus carreras laborales elude que los hombres y los chicos trabajan frecuentemente sobre un “suelo de cristal que les hace más propensos para los trabajos arriesgados, peligrosos y desechables.

El hipotético sesgo profemenino permite hacer varias predicciones:

1) Las mujeres tenderán a disfrutar de una mayor expectativa de vida que los hombres; 2) Las mujeres recibirán mayores cuidados médicos; 3) Las mujeres obtendrán una mayor porción relativa de recursos sociales valiosos, desde recursos alimentarios hasta el ocio; 4) Las mujeres participarán menos en actividades arriesgadas, como trabajos que implican riesgos mortales o la participación en la guerra; 5) Las mujeres sufrirán en menor medida que los hombres las consecuencias de la violencia.

Sociedades, como la nuestra, que satisfacen todas o la mayoría de estas predicciones puede decirse que son consistentes con la existencia de un sesgo profemenino donde las mujeres prefieren a las mujeres y los hombres también prefieren a las mujeres (y los políticos prefieren a las mujeres más que nadie). Es posible que las mujeres en nuestras sociedades aún denominadas “patriarcales” estén infrarrepresentadas en términos masculinos de honor y poder, pero cuando tenemos en cuenta otras variables vitales, la vista cambia considerablemente.

Pensar en un sesgo profemenino en una sociedad habituada a pensar sistemáticamente en términos de discriminación contra las mujeres y de “privilegios” masculinos puede resultar poco intuitivo, y en algunos círculos respetables aún puede ser un tabú, pero un conjunto de hechos interesantes parecen contarnos de todos modos una historia muy diferente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario