lunes, 10 de febrero de 2014

Manual de manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones de las masas. (Bernays)

La propaganda es el mecanismo por el cual se diseminan las ideas a gran escala, en el sentido amplio de un proyecto organizado para extender una creencia o una doctrina en particular.

La máquina de vapor, la rotativa y la escuela estatal, triunvirato de la revolución industrial, usurparon el poder de los reyes y se lo entregaron al pueblo. De hecho, el pueblo ganó el poder que perdió el rey. Pues el poder económico tiende a arrastrar tras de sí el poder político, y la historia de la revolución industrial atestigua cómo ese poder pasó de manos del rey y la aristocracia a la burguesía.

El sufragio y la escolarización universales reforzaron esta tendencia e incluso la burguesía comenzó a temer al pueblo llano. Pues las masas prometían convertirse en rey.

Hoy en día, sin embargo, despunta la reacción. La minoría ha descubierto que influir en las mayorías puede serle de gran ayuda. Se ha visto que es posible moldear la mente de las masas de tal suerte que éstas dirijan su poder recién conquistado en la dirección deseada.

La propaganda moderna es el intento consecuente y duradero de crear o dar forma a los acontecimientos con el objeto de influir sobre las relaciones del público con una empresa, idea o grupo. La práctica de crear circunstancias e imágenes en las mentes de millones de personas es muy común.

Esta nueva propaganda moderna no sólo se ocupa del individuo o de la mente colectiva, sino también y especialmente de la anatomía de la sociedad, con sus formaciones y lealtades de grupos entrelazadas. Concibe el individuo no sólo como una célula en el organismo social sino como una célula organizada en la unidad social.

Basta tocar una fibra en el punto sensible para obtener una respuesta inmediata de ciertos miembros específicos del organismo. 

El asesor de relaciones públicas

El primer cometido es analizar los problemas de su cliente y cerciorarse de que su producto goza de la aceptación del público o existe la posibilidad de lograrla.

Su siguiente cometido consiste en analizar al público de su cliente. Estudia los grupos a los que se debe llegar, y los líderes que pueden servirle como medio para acercarse a esos mismos grupos.

Sólo tras haber completado este doble análisis y haber recopilado los resultados, llega el momento de abordar la formulación de políticas que gobiernen las prácticas generales, los procedimientos y los hábitos.

Entre sus funciones puede contarse la de descubrir nuevos mercados, cuya existencia nadie haya sospechado siquiera.

Si se puede influir en los líderes, ya sea con su colaboración consciente o sin ella, automáticamente se influye sobre el grupo que les sigue. Pero, en realidad, no es necesario que los hombres se congreguen en mítines públicos o en disturbios callejeros para que se conviertan en objeto de las influencias de la psicología de masas.

Trotter y Le Bon llegaron a la conclusión de que la mente del grupo no piensa en el sentido estricto del término. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. Al tomar decisiones su primer impulso suele ser el de seguir el ejemplo de un líder de confianza.

Éste es uno de los principios más sólidamente fundamentados de la psicología de las masas. Actúa cuando un lugar de vacaciones gana prestigio o lo pierde, actúa cuando los clientes de un banco corren a retirar todos sus depósitos o cuando cunde el pánico en el mercado de valores.

Sin embargo, cuando la muchedumbre no dispone del ejemplo de un líder y debe pensar por sí misma, no tiene otra opción que servirse de clichés, latiguillos, o imágenes que representan un grupo completo de ideas o experiencias.