La temática a tratar son las mongoladas llevadas a cabo por jóvenes rusos en busca de emociones fuertes, para presumiblemente dejar rastro de su necesidad de trascender en internet, dejando en ridiculo el desafio espartano más extremo.
Si usted creía sentirse superado por las diversiones juveniles ibéricas de tirarse por un balcón a una piscina, o grabarse una tarde unas cuantas patadas voladoras en la cabeza de forma mútua, tal vez no ha visto esto. Estoy hablando de coches partidos por la mitad tirando de un caballo (está claro que allí se aprovechan los recursos considerados escasos), el arboling o tirarse de una ventana a un árbol, el avión de marras que aterriza en una comarcal, etc.. .
De momento son cosas aisladas, ya se verá cuando encuentren a alguien que los organize y coordine. Les van a poner la inflación patas arriba de todo lo que van a destrozar.
¿Surrealista?. Sí, pero yo no tengo la culpa. El surrealismo lo inventó la CIA.
No obstante, como la vulgaridad siempre deja deseos de repetir puedo satisfacer sus devoradoras pretensiones obsequiándole con este postre. El postre es ruso, la duda ofende. Se trata de momentos exhibicionistas de Boris Yeltsin. inoculando el carpe diem al pueblo. Los sibaritas lo llaman bufonadas. Yo prefiero pensar que es una forma fácil de ser reconocido por la fiesta, las galas y el vodka más que por el programa político o la transición democrática llevada a cabo. Creo que es algo que demostraron los nazis saber hacer a la perfección. A veces una fiesta y una gala elegante da mejor resultado que un buen discurso.
Y ya que queda hueco otro de Diego, el hijo de Dios,