jueves, 5 de septiembre de 2013

En los textos derecho al delirio, en la calle delirio de verdad

Los textos subversivos y de contracultura reclamando el derecho al delirio no conocían a Luis Carlos Campos y a Enrique de Vicente. Al primero una vampira pleyadiana se le aparecía por las noches para robarle la energía mientras se recuperaba en el hospital de un accidente. Después investigando, llegó a la conclusión de que la plaza de Chinchón es un portal dimensional donde llegan extraterrestres para violar a humanos. Esta coyuntura plantea una cosmovisión donde los humanos están esclavizados por seres de otras galaxias, algo que solo saben los iluminatis, los satánicos y los masones los cuáles tienen trato de favor, a cambio de ejercer de proveedores de humanos para que estos se alimenten de su energía.

Había una película rusa, no recuerdo el título, donde un publicista que lo tiene todo un día escucha la llamada de la espiritualidad. Esta llamada le invita a aislarse de la humanidad en las profundidades del bosque y asesinar a una vaca roja a medianoche para poder llegar a ver lo que nadie puede ver. Asesina a la vaca roja y efectivamente, acaba viendo a los seres de otra dimensión alimentandose de la energía de los humanos y bueno, al final acaba destruyendo la publicidad y salvando al mundo de estas entidades.

En el otro caso, Enrique de Vicente, es conocido por fletar un autobús de meditadores organizados dirigido a una catedral francesa, donde al parecer existía un vórtice energético bastante aprovechable para abrir una puerta estelar con la mente durante una alineación planetaria. Al llegar a la catedral tuvieron sus más y sus menos con la gendarmerie y el obispo de la catedral, el cual los acusaba de farsantes ya que allí no había ningún vórtice energético ni ningún acceso a una puerta estelar o portal dimensional que transformaría al género humano.

En cualquier caso, no deja de ser fascisnante el pensamiento mágico y el motivo por el que la gente hace estas cosas.






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