sábado, 7 de septiembre de 2013

Las continuas bancarrotas del siglo XVI

España,  o lo que hoy conocemos como España, fue el primer país en presentar un concurso de acreedores, reiterándose esta situación de impagos si no recuerdo mal en 15 o 16 ocasiones. ASí es, la deuda española se puede decir abiertamente, tiene historia y solera. Tanta historia y solera como el ser ostiados, atacar, huir, volver a juntarse y meses despues reaparecer, conocido como guerra de guerrillas.

Una de las fuentes de ingresos - por no decir la principal y única pacífica antes del sacarselo a ostias a otros-, cuando el Estado se encuentra en crisis es el aumento de impuestos.

Durante el reinado de Carlos V, allá por le siglo XVI, los ingresos de la corona se triplicaron aunque resultaron insuficientes para la economía española, acribillada por la inflación de precios y la fiscalidad mayormente. Además de por supuesto de los privilegios de las castas, lo digo abiertamente y a viva voz, vida de cebados de corral.

Así, en 1560 Carlos V había establecido ya dos decretos en el que se ordenaba la suspensión de pagos hasta pagar la deuda a un interés del 5%. A la banca genovesa este interés le parecía insuficiente y dejó de prestar hasta renegociar una tasa de interés más alta, lo que llevó a la corona a volver a suspender pagos en 1575. Una vez establecido la nueva tasa de interés, la banca volvió a prestar.

La principal recaudación de impuestos recaía sobre Castilla, mediante la alcabala. A consideración del monarca, el pago de este impuesto todavía podía ser mayor y así se llegó a multiplicarse por seis en 1584 en algunas provincias, como Segovia.

 A la situación coyuntural económica se unía los gastos de reconstrucción de la Armada. Algo tenía que ver.

La Iglesia tambien era buena pagadora de impuestos, no sin quejas de algún obispo. En 1567, por el bondadoso y generoso corazón cristiano del Papa Pío V, se concedía a la corona el impuesto del "excusado". Consistía en que cada parroquia pagaría un impuesto para financiar la guerra de Flandes.

Sin embargo era la cruzada la mejor garantía de pago. Consistía en recibir beneficios espirituales de luz a cambio de dar dinero.

Se concedió a banqueros alemanes la administración de servicios agrarios, tierras de cereales y minas de mercurio y plata. Minas de plata que aumentaron su producción por cierto (las alemanas no, las que estaban en las colonias, en América) pero insuficiente para costear la guerra de Flandes.

Esta situación provocaba continuas bancarrotas en España y el aumento de tasas de interés de los banqueros que superaban muy tranquilamente el 50% de interés.

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